Supongo que ponen villancicos en las plazas mayores de todas las ciudades/
pero ni siquiera eso puede sentarte bien./
Quiero ser como los niños que te miran de frente y se olvidan de ti en cuanto pasa un pájaro./
Odio tus zapatos y tu acento,/
tanta seguridad sentada en el vacío./
No sé si todo esto es dramático o absurdo./
A veces, me gustaría poder entrar en el primer café.
Poema para la ciudad que es tuya y no te pertenece
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